El pasado día 19 de octubre, se celebraba el día mundial de la lucha
contra el cáncer de mama. Está claro que la lucha contra el cáncer de mama no
se trata solo de un día: cada día la ciencia, las autoridades sanitarias y la
sociedad en general han de estar con la causa.
El cáncer de mama se ha convertido en el tumor maligno de origen
ginecológico más frecuente en la mujer.
En la actualidad se calcula que se detectan en torno a 720000 casos al año, lo
que supone un 20% de todos los tipos de cáncer detectados al año- En los países
desarrollados es la principal causa de muerte en mujeres de entre 35 y 64 años.
Sin embargo entre un 17 y un 36% de todos los cánceres de mama, se producen en
mujeres menores de 40 años. En nuestro país también es el tumor maligno más
frecuente en mujeres. El cáncer de
mama es un grave problema de salud pública. Su frecuencia aumenta de forma
alarmante y se estima que, aproximadamente, una de cada once mujeres del mundo
occidental lo padecerá a lo largo de su vida.
¿Qué causas,
o qué factores, pueden hacer que se pueda padecer el cáncer de mama? Tenemos aquí que hacer una clasificación en dos
grupos: los factores no modificables
y los factores modificables.
Los primeros son aquellos que tienen que ver la
herencia (los genes), los antecedentes familiares (tener en la familia a dos o
más mujeres que hayan padecido cáncer de mama, hace que las posibilidades
aumenten un 50% el riesgo de padecer cáncer de mama), también la menopausia
tardía: tras los 55 años las posibilidades de sufrir cáncer de mama aumentan un
50%. Digamos para que nos entendamos que en estos factores no podemos hacer
nada frenar el riesgo de padecer cáncer de seno.
Los
modificables agruparían la obesidad, el tabaco, el alcohol, la exposición a
radiaciones o ciertos tratamientos hormonales. En cierto modo se pueden evitar.
También es cierto que van en la línea de la prevención de cualquier cáncer en
general. Los hábitos alimentarios están siendo investigados y vinculados con la
etiología del cáncer de forma creciente. El cáncer de mama parece estar
asociado a una dieta rica en grasas animales, aunque no se ha establecido la
relación de forma precisa. Hay otros factores de la dieta diaria que pueden
estar relacionados con el cáncer, agentes cancerígenos y ciertas deficiencias
nutricionales. Se ha correlacionado el cáncer de mama con el déficit en la
ingesta de vitaminas A, B y C.
¿Y cómo podemos detectarlo o prevenirlo?
No existen
medidas de prevención eficaces nivel educacional o primario, las técnicas de
detección precoz son el único recurso preventivo. Las más utilizadas son la autoexploración mamaria y la mamografía.
La autoexploración debe convertirse en
algo habitual en todas las mujeres a partir de los 25 años, para que así puedan
conocer sus mamas por si algún día surge algo en ellas fuera de lo común, lo
puedan detectar.
Debe
realizarse de una forma periódica una vez al mes y después de la menstruación.
En las mujeres mayores de 50 años, o que hayan entrado en la menopausia, es
recomendable que lo hagan también una vez al mes. Puede ser un día que puedan
recordar fácilmente. Por poner un ejemplo el primero de cada mes o el día que
cumple edad en el mes. La autoexploración tiene dos partes: inspección
y palpación. A continuación se explican.
1.
Inspección
Se realiza
de pie frente a un espejo con los brazos caídos al lado del cuerpo, observando
el aspecto externo de las mamas y los pezones.
Se ponen las
manos sobre la cintura y se tensan los músculos de la mama, para así resaltar
posibles deformaciones y anomalías.
Luego se
ponen las manos en la nuca y se gira ligeramente hacia la derecha y luego hacia
la izquierda, observando si se nota cualquier cambio de tamaño o de forma, si
la piel presenta rugosidades o pliegues o cualquier cambio en el contorno de
las mamas y los pezones (siempre respecto a la última exploración realizada).
2.
Palpación
La palpación
se ha de hacer acostada y boca arriba, de manera que se encuentre cómoda. Se
colocará el brazo de la mama que se explora debajo de la cabeza.
Imaginariamente, se hará una división del pecho en cuatro partes y se iniciará
la exploración desde la parte superior del pecho con suaves presiones y con
movimientos circulares cortos desde fuera hacia dentro, y desde el las
costillas hacia el pezón. De la misma forma, se examinará la parte inferior
interna; se palpará la zona que rodea el pezón.
A
continuación, se baja el brazo y se coloca a lo largo del cuerpo para explorar
de la misma manera las partes superior e inferior externas palpando hasta la
axila. Se hace siempre pausadamente.
Por último,
se palpa la axila, intentando descubrir posibles bultos y nódulos. De la misma
manera, se repetirá la exploración de la otra mama.
Finalmente,
se oprimen suavemente cada uno de los pezones y se observa si se produce alguna
secreción y sus características.
Mamografía
Es una
prueba radiológica de alta resolución con una elevada seguridad diagnóstica y
un 90% de fiabilidad. Actualmente es el único método de cribaje cuya eficacia
ha sido demostrada.
Su
sensibilidad y especificidad dependerán de la calidad del equipo, el tipo de
examen y la experiencia de quien la interprete. Es más específica en mujeres
mayores y postmenopáusicas que en jóvenes premenopáusicas. Su utilización en
mujeres menores de 30 años sólo debe hacerse en casos especiales.
En las
diferentes comunidades autónomas se desarrollan programas de cribaje. Las
mujeres son captadas por los censos y son citadas periódicamente para la
realización de mamografías. Se debe realizar a todas las mujeres mayores de 50
años, cada 2 años, aunque hay grupos de expertos que aconsejan realizarla
anualmente a todas las mujeres a partir de los 40 años.
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