jueves, 2 de mayo de 2013

Los Accidentes de Tráfico y el Alcohol


Esta vez he decidido escribir sobre los accidentes de tráfico. No voy a entrar en cómo hay que prevenirlos, lo que voy a exponer son algunos datos basados en estudios realizados con rigor y evidencia científica. Deseo darle otro enfoque, simplemente para reflexionar un poco.
 
Los accidentes de tráfico son un problema de salud pública. Es la causa más frecuente de muerte en menores de 39 años en España. El 15% de los lesionados de tráfico atendidos en urgencias en los grandes hospitales presentan alcohol en sangre, especialmente en jóvenes varones en las noches de los fines de semana.
 
Según la Dirección General de Tráfico, en un tercio de los pacientes fallecidos por accidente de tráfico se hallaba la presencia de alcohol y/o drogas. A pesar del endurecimiento y los cambios en las leyes de seguridad vial, los ingresos en la UCI por traumatismos por accidentes de tráfico continúan siendo altos. Lo peor de todo es que en muchos de esos casos han sido personas reincidentes. Incluso en los centros de atención a politraumatizados se han implementado programas de prevención secundaria para evitar la reincidencia.  El principal factor de traumatismo grave es el alcohol.
 
El riesgo de morir en un accidente de tráfico para un chico de 20 años que haya bebido es de seis a diecisiete veces mayor que el de una persona que no haya bebido. El 19% de los accidentes de tráfico guarda relación con una velocidad excesiva, el 15% al alcohol. Sin embargo, estos datos quizá puedan tener sesgos ya que los adelantamientos en curva, salirse de un carril, etc. No tienen suficiente contrastación de si hubo alcohol de por medio. Probablemente, sí.
 
Las consecuencias de los accidentes de tráfico no se limitan sólo a las muertes de los conductores. En uno de cada cuatro niños muertos en accidentes de tráfico, ha tenido relación un conductor ebrio. Los daños y costes a la sociedad son cuantiosos, no sólo es movilizar medios sanitarios, de rescate, etc. Sino también los costes en carreteras, mobiliarios urbanos, etc.
 
Independientemente de la concentración de alcohol en sangre, hay una clara demostración de la alteración en la capacidad para conducir aún si se bebe con moderación. Incluso con niveles bajos de alcohol en sangre se reduce la capacidad de visión, los reflejos, la reacción a la luz... El alcohol hace aumentar el tiempo de reacción y hace fallar la capacidad para calcular la distancia y la velocidad de un vehículo.  
 
Además con el alcohol aumentan las conductas de agresividad al volante, hace más probable el saltarse las normas de tráfico y ocurre algo muy grave: la sobrevaloración. Esto quiere decir que una persona cuando está ebria cree que se come el mundo, no es capaz de ser consciente del estado en que está, en definitiva cree que controla pero se comporta como un temerario conduciendo.
 
 
La gran mayoría de los accidentes se pueden evitar: está en nuestras manos. Mi pequeñísima labor desde aquí es hacer prevención primaria, es decir, evitar que ocurran llevando un mensaje de forma clara que todo el mundo pueda entender. Los agentes sociales, sanitarios, políticos, etc. Deben continuar con la prevención, es lo único que nos queda.

Aquí les dejo la bibliografía:


Ruiz, Á., Macías, F., Gómez-Restrepo, C., Rondón, M., & Lozano, J. M. (2010). Concentrations of Alcohol in the Blood and Risk of Road Accidents: A Systematic Review of the Literature. Revista Colombiana de Psiquiatría, 39, 249s-278s.
Brians, C. P. C., de Catalunya, G., & de Programas, J. (2011). Prevalencia de trastornos relacionados con el consumo del alcohol en población penitenciaria condenada por delitos contra la seguridad vial. Actas Esp Psiquiatr, 39(3), 163-7.
Miñambres, E. (2012). Alcohol, drogas y traumatismos:¿se puede romper el círculo vicioso?. Medicina Intensiva.
 
 
 


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